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La Ermita de Santa Fe de Palazuelos dista de Albelda de Iregua 3,3 Km.

Desde el año 1620 aproximadamente, el día 25 de Abril (festividad de San Marcos), - de aquí que en Albelda se le denomine a la ermita por el nombre de "San Marcos" en vez de por el de " Santa Fe "- se salía de la Iglesia de San Martín de Albelda cantando las letanías y cuando se llegaba a la ermita, cantaban una misa que terminaba con él " Libérame Domine ", responso por los difuntos del desaparecido lugar. A la celebración de este acto asistían gente de Clavijo, el Secretario y el Ayuntamiento de Albelda, varias personas mayores y niños. El Ayuntamiento preparaba gratuitamente el almuerzo a base de pan y tortilla para el Clero, autoridades y personas mayores, y para los niños una chocolatada. Tradicional reparto de chocolate ante la ermita de San Marcos.

En el siglo IX, posiblemente, tuvo lugar en tierras de Albelda y muy cerca del monte Laturce (Clavijo), una espectacular batalla entre los ejércitos árabes y cristianos. Sobre dicha contienda se ha escrito mucho a lo largo del tiempo, y casi todo ha servido para tergiversar los hechos y crear dudas sobre la misma. Los textos más fiables que describen como fue aquella triste y desagradable realidad figuran en el "Cronicón Albeldense", escrito por el monje Vigila y sus colaboradores Sarracino y García entre los años 938 y 976 en el monasterio de San Martín de Albelda.

El ancestral rito del fuego, "La Iluminaria" se realizaba en Albelda dos veces al Año y siempre el día de la víspera de las fiestas patronales y las fiestas del triunfo.

El escenario donde se realiza esta tradición es la plazoleta de la iglesia, cuando la noche ha llegado, las gentes del pueblo se reúnen en torno a la montaña de leña, esta es encendida por el Alguacil, y mientras la hoguera arde, los asistentes manifiestan su alegría bailando al ritmo de los acordes musicales interpretados por la charanga del pueblo, tomando exquisito chocolate y dándole buen chupinazo a la bota de sabroso zurracapote (bebida típica de la región). Los mozos del pueblo, saltan la hoguera entre el clamor de las gentes, hasta que las llamas agonizan.

El fuego, protagonista de la noche, preludio de los días festivos venideros, símbolo de la alegría de las gentes, hace su aparición esos días concretos, pasando a ser una de las tradiciones laicas que aún se conservan en nuestra localidad con arraigo popular.

Según la tradición, San Prudencio, Obispo de Tarazona (Zaragoza), antes de morir dejó escrito que su cadáver fuese cargado e una mula y dejasen a ésta andar a su merced hasta que se detuviese, siendo este lugar donde lo debieran de enterrar. La mula fue a parar a una montaña situada entre las poblaciones de Clavijo y Leza del Río Leza. en aquel mismo sitio los Canónigos de Tarazona erigieron la Iglesia de San Vicente mártir, donde se conservaron sus restos mortales hasta casi mediados del siglo XIX.

Esta costumbre que aún perdura en Albelda, debe su origen al arraigado fervor religioso de la gente hacia las imágenes. Se sabe que e el año 1932 ya existía.

La tradición consiste en ir pasando cada día a la correspondiente familia que le toca, una hornacina de madera con la imagen de la Sagrada Familia. En la actualidad hay tres grupos inscritos de treinta personas cada uno, que son los que realizan esta práctica. Todos los días, a la hora del crepúsculo, la imagen es trasladada a la casa del comensal oportuno y una vez allí le colocan unas velas encendidas y proceden al rezo de varias oraciones y jaculatorias.